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5 malas conductas incitadas por dueños de perros
Desde morder hasta rogar y saltar. Nuestras mascotas aprenden de sus humanos sin sospechar que ello puede jugar en su contra
Así como con bebes y niños, los padres de perros también buscamos que nuestros hijos de cuatro patas se comporten a la altura de cada situación. Nos gusta que hagan sus necesidades donde se les indica, que eviten ladrar cuando no es necesario, que mantengan sus dientes lejos de muebles y zapatos... Lamentablemente, muchas veces terminamos siendo nosotros mismos quienes, inconscientemente, impulsamos conductas que se tornan incómodas y hasta peligrosas.
A continuación 5 comportamientos negativos de perros motivados por sus padres humanos.
¡Saltar! ¡Saltar! ¡Saltar!
Que un perro te salte de alegría cuando llegas a casa puede ser hasta enternecedor. “¡Qué lindo es cuando tu perro te recibe entre tanto festejo”, dicen algunos. Y es que resulta difícil rechazar tantas muestras de afecto. En retribución, acariciamos a nuestro perro, nos reímos con él, festejamos su excitación y él termina aprendiendo que está bien saltar como una rana sin parar. Pero ¿qué sucede cuando tenemos una reunión importante y nos ensucian el pantalón? ¿O cuando recibimos invitados que no disfrutan de tanto afecto perruno? ¿O cuando hay un niño cerca o cuando tenemos una herida o una condición de salud que necesita su espacio? A ver, trata de decirle a tu perro que no salte más.
La mejor estrategia es ignorarlo. La solución no es mágica pues hasta la más mínima muestra de afecto activará su instinto saltimbanqui, pero con paciencia y refuerzo positivo cuando tu perro se ha calmado se puede lograr mucho. Y si vuelve a saltar, dale la espalda hasta que deje de hacerlo. Y si nada de esto surte efecto, puedes recurrir a la correa, no para pegarle, nunca, sino para que se quede quieto.
Cuando ruegan con la mirada
Los ojitos de súplica que nuestros perros ponen cuando estamos comiendo pueden ser irresistibles, por algo se les conoce como ‘ojitos de cachorrito’. Al sentir que nos están diciendo que se mueren de hambre, automáticamente queremos cumplir su deseo engriéndolos con comida. Es ahí donde debemos de poner en práctica nuestra fuerza de voluntad, de lo contrario terminaremos compartiendo nuestra comida con ellos.
Una solución es darle un bocadito para perros, un juguete o un hueso manzano (seguro para perros) que lo mantenga ocupado y lejos de tus pies. Lo más probable es que al terminar, regrese con los mismos ojitos, en ese momento te tocará ignorarlo. Lo más probable es que su lado persistente se intensifique y será un reto obviarlo, pero eventualmente se irá apagando. La clave es no rendirse, jamás.
Cuando jalan demasiado
Una de las actividades más incómodas cuando sales a pasear con un perro es cuando éste jala de la correa como si estuviera escapando de un tigre. Es desgastante tanto para el perro como para quien lo pasea. Ellos suelen jalar para olfatear y para orinar, y si no sabemos aplicar el ‘tira y afloja’ bien, terminaremos compitiendo con ellos. Los perros aprenden rápido que la correa ajustada significa “a jalar” y que la tensión que sienten en sus cuellos es la marca para caminar.
La meta es que aprendan a que jalar no los llevará a ningún sitio. Así que la próxima vez que tu perro tire de su correa, deja de caminar y hazlo cada vez que jale. Una vez que él voltee a mirarte o se aproxime, dale un premio cuando esté cerca de ti y sigue caminando. Pronto entenderá que caminar a tu lado es el lugar más privilegiado.
Demandas en son de ladridos
Aquellos perros que esperan conseguir comida, juguetes o caricias a punta de ladridos son considerados perros mandones. Al igual que con los niños, las personas solemos ceder a sus pedidos sencillamente porque queremos que dejen de ladrar. Lo malo es que así no les enseñamos buenos modales.
Para re educarlo una buena técnica es seguir un programa de “por favor”, es decir, enseñarle a sentarse cada vez que desee algo. Enséñale a sentarse cada vez que quiera la pelota, su plato de comida o que le abras la puerta del jardín. Si te ladra antes de tiempo, deja en el piso su plato, su pelota o lo que sea que él desea, aléjate e ignóralo hasta que capte el mensaje. Pronto entenderá que ladrar provoca el efecto contrario al que él espera.
Masticar lo que encuentran
Es normal que un cachorro mastique prácticamente todo lo que tiene en frente, lo que no es normal es que lo haga cuando dicha etapa expira y él sigue comunicándose con sus dientes ya sea en tus cosas o en tu cuerpo.
Esto puede suceder cuando alguien tiene un perro pequeño y cree que está bien que juegue con sus dientes porque no duele. También sucede con quienes disfrutan jugando tosco con sus perros grandes. El caso es que ninguno de estos escenarios es el ideal.
Una solución es alejarse durante 30 segundos apenas tu perro te pone los dientes encima, ya sea para jugar delicado o brusco. Es importante decir “¡au!” (expresión de dolor) apenas muerde. Ambos comportamientos le harán entender que jugando así nadie querrá tenerlo cerca.
En general, estos comportamientos suelen presentarse mientras el perro está madurando, en otras ocasiones solo se trata de episodios pasajeros que suelen desaparecer con el adecuando entrenamiento.
No existe perro perfecto y menos aún dueño de perro perfecto, pero sí hay muchas formas de enseñarle a nuestras mascotas a alcanzar ese equilibrio que llevará paz y armonía al hogar... y que evitará que más perros sean abandonados, sencillamente, por ser lo que son: animales.
* Estos consejos fueron compartidos por Victoria Schade, entrenadora de perros certificada, en el portal de Internet petmd.com
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